Black Sails o el sindicalismo perfecto. Una organización pirata

Recientemente tuve la oportunidad de ver todos los capítulos de la serie televisiva estadounidense Black Sails ambientada en el Caribe del siglo XVIII y focalizada en los piratas que operaban contra las dos potencias de la época: España e Inglaterra.

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Una de las cosas que llama la atención es la estructura en la que se organizan los piratas y delincuentes, una verdadera organización con sus normas, equilibrios, líderes, procedimientos y hasta sede social: la ciudad de Nassau en la isla de New Providence (Bahamas). Así, esta ciudad constituye la unidad de apoyo y servicios de una serie de tripulaciones que operan en la zona con un orden preestablecido e, incluso, colaboración pactada.

Pero lo que me ha llevado a escribir este post es la forma en la que las tripulaciones eligen a sus líderes y a sus representantes y la labor que ambos ejercen. Lejos del sistema de representación laboral implantado en España en el que los sindicatos del establishment, herederos directos del antiguo sindicato vertical y directamente subvencionados con los impuestos de todos, son dirigidos por no trabajadores que sirven a intereses políticos y se enfrentan a sus organizaciones obviando el hecho de que los intereses de éstas y aquellos van unidos casi siempre, estos piratas nos dan una lección sobre cómo conjugar los intereses de todos manteniendo el sistema democrático de elección.

En Black Sails, cada tripulación elige directamente a aquellos que van a desempeñar dos cargos: el capitán y el intendente. El primero de ellos ejerce el liderazgo total de la tripulación y toma todo tipo de decisiones que afectan a la misma. Mantiene la disciplina necesaria para la vida a bordo y para el ejercicio del combate, en cada enfrentamiento en que se ven envueltos, con el único objetivo de conseguir buenos botines. Éste el el principal punto de su programa electoral durante los procesos de elección: simplemente hacer rica a la tripulación a base de robar. Además, imparte justicia, es el estratega en cualquier situación y siempre está en primera linea de fuego dando ejemplo.

El segundo cargo electo, el intendente, se ocupa de representar a la tripulación frente al capitán en cualquier momento defendiendo sus intereses y obligándole a ser justo con todos y a cumplir sus promesas electorales. Es uno más de la tripulación, tiene sus obligaciones claras y definidas y se implica en el combate como cualquier otro poniendo en juego su vida. Se ocupa del reparto equitativo de los botines y de administrar el fondo común de la tripulación.

Para el correcto funcionamiento del sistema, y teniendo en cuenta que los puñales y dagas andan muy sueltos en ese entorno, el capitán y el intendente trabajan juntos continuamente, acordando acciones, convenciendo a sus tripulaciones, compartiendo información exclusiva y definiendo planes, todo ello desde el convencimiento de que, por muy complicada o salvaje que pueda ser una organización, sus miembros y líderes deben perseguir de la mano sus objetivos comunes.

Pero estos salvajes piratas no son ajenos a  principios de conducta e ideales, sino que comparten un código especial. Es sorprendente como se representa el principio de igualdad en las raciones del cocinero, el valor del compañerismo entre miembros de una misma tripulación e, incluso, entre camaradas de oficio,  el espíritu de sacrificio en determinados momentos de riesgo y adversidad y un especial sentido del honor que les lleva a defender con su vida su ideal y su orgullo.

Igualmente, todos los delincuentes de Nassau, todos los miembros de la estructura organizativa, tienen un sueño común: el indulto por sus delitos y ser perdonados de la pena de muerte que las potencias les tienen asignadas por cometer actos de piratería. En definitiva, todos los miembros de la organización, de cualquier posición en la misma, persiguen el mismo objetivo que es, por tanto, el objetivo de la organización: la aceptación social.

En fin, líderes valientes y ejemplares, representantes valientes implicados en el liderazgo que defienden a sus representados, código de valores en todos y cada uno de los miembros de la organización y un objetivo común de aceptación social, el paradigma en el que se deben mirar todas las organizaciones construido por un puñado de piratas: Black Sails.